viernes, 31 de diciembre de 2010

El bloc parte II (nunca fueron buenas)

Nuestro viaje 2010/2011 se inició a las 5 de la mañana del 30 de diciembre de 2010, cuando nuestro benemérito padre nos pasó a buscar por casa, subimos las valijas y salimos para su casa a buscar sus valijas. Después pasamos por la oficina a buscar la compu y la cámara, y salimos a la ruta, con Pablo como copiloto, y Pau y yo durmiendo atrás. Más o menos a las 9 llegamos a Gualeguaychu, a la frontera, y nos encontramos con una fila de vaaaaaaaaaarios autos para cruzar. Así que nos armamos de paciencia, e intentamos pasar el tiempo bajando del auto a ver cuánto nos faltaba para el cruce, o sentarnos a la sombra de los arboles a hacer amigos taxistas, o dormir. Después de más o menos 2.30 horas, y una fila de casi un kilómetro, nos abrieron la barrera y pasamos al puente! Avistamos Botnia –no a las papeleras- y bajamos en el puente, donde nos sacamos fotos y nos dio bastante miedo como temblaba cada vez que pasaba un camión. Pasamos a la parte de inmigraciones, donde fuimos con Pau a hacer los trámites, y en media hora estábamos en suelo Uruguayo. Arrancamos para la ruta 11, que nos lleva a Piriapolis, nuestro destino, previa parada en una estación de servicio a comprar comida y bajar al baño. Después de varias horas de viaje, veíamos carteles que decían “Ruta 3, Paysandú” y empezamos a ver señales que nos dieron sospechas de que íbamos por la ruta incorrecta, hasta que paramos a preguntarle a un policía y efectivamente, habíamos hecho 100 km en la ruta equivocada, pero no teníamos suficiente nafta como para desandar nuestros pasos, así que hicimos 15 km hasta Trinidad donde cargamos nafta –a todo esto, no teníamos plata uruguaya, así que tuvimos que comprar con la tarjeta de crédito- donde nos dijeron que nos convenía hacer 30 km hasta Durazno -¿no hay urano? ¿poque no compraste urano?- y de ahí tomar la ruta 5, 90 km más, hasta la rotonda de Canelones, para agarrar la 11 que sí, nos llevaba a Piriapolis. En ese camino, nuestro padre, en una audaz maniobra, superó dos vehículos rezagados cruzando una línea amarilla, por lo que fuimos detenidos por un policía, que nos retó e hizo una multa, y acá ni Zaira Nara nos salva… tendremos que ir a un Destacamento a pagarla, todavía no sabemos cuánto es pero nos van a sacar la cabeza!! Habíamos pasado las mil pero todavía nos faltaba una: alarma del auto, que a un neumático le faltaba presión. Paramos en una estación de servicio, pero no tenían medidor, así que inflamos un poco la rueda que habíamos arreglado antes de viajar, y fuimos a otra estación a revisar, y efectivamente, tenía poca presión. Después de tanto viaje, al parecer cruzamos todo Uruguay, pero a las 19 horas, después de 900 km y 14 horas de viaje, llegamos a destino, al Hotel Argentino que queda justo enfrente del mar. El hotel de afuera es un sueño, un edificio gigante, de 1930, increíble! Tiene muchos salones, spa, casino, sala de juegos, 3 piletas, canchas de tenis, gimnasio, un lujo… salvo las habitaciones. La nuestra –la 218- tiene una cama matrimonial y dos simples, una heladerita vieja con un destapador oxidado, un televisor de 1990 y listo. Ah, un ventilador de techo, sin aire, y escasos enchufes.

Terminamos de acomodarnos y salimos a recorrer la ciudad, por la costanera, donde vimos la puesta del sol, y todavía no podemos explicar cómo, si en teoría estamos en el este, y deberíamos ver el amanecer como en la costa argentina, no el atardecer como en la costa chilena… tenemos que buscar un mapa urgente. Caminamos, cambiamos 1000 pesos argentinos por 4500 uruguayos y preguntamos donde comer un chivito, nos recomendaron un lugar y allí fuimos. Pedimos 4 chivitos canadienses –con todo: lechuga, tomate, huevo frito, panceta, jamón, queso, aceitunas y morrones (que todos sacamos)- con una coca y una cerveza Pilsen. Terminamos de comer y volvimos al Hotel, bajamos a la sala de juegos, jugamos al pool, al ping pong –Pablo mató a Papá-, a la wii y miramos los mails, y nos fuimos a dormir, cansados pero por lo menos le robamos un día al trabajo, porque hoy tendríamos que estar trabajando y ya estamos de vacaciones.